Seguidament, us afegim un testimoni que il·lustra la gravetat de la situació que pateixen els territoris ocupats. Es tracta d’una informació apareguda a diferents webs i blocs solidaris amb la causa sahrauí. Us transcrivim una entrevista a María Villar, realitzada pels amics de 'Pirineu amb el Sàhara'. María Villar és una periodista que va viatjar el dia 23 d’octubre d’enguany a la ciutat de l’Aaiun dels territoris ocupats, juntament amb tres companys més, formant part d’una comissió gallega que va entrar de manera clandestina al Sàhara Occidental fent-se passar per turistes i que va aconseguir reunir-se amb 15 activistes sahrauís.
‘Ella (María Villar) es periodista, ni le faltaron las palabras ni se le quedó nada en el tintero. Minuto a minuto relató su experiencia; como lo hicieron, con quien estuvieron, que vieron, que oyeron y como lo vivieron. A su vuelta la rueda de prensa en el parlamento gallego, la presencia de los medios y las ausencias (EuropaPress entre otras). Son cuatro personas: Duarte Correa (miembro del Consejo Nacional del Bloque Nacionalista Gallego); María José Andrade (Vicepresidenta de la asociación "Solidariedade Galega co povo Saharaui); Xosé María Permui (Teniente de Alcalde de Fene - Municipio próximo a El Ferrol) y María Villar (Periodista).
Marruecos ha denegado la entrada en los últimos meses a diversas delegaciones por considerar que sus integrantes no son imparciales, sino que han tomado partido en favor del Frente Polisario, que lucha por la autodeterminación del Sahara Occidental. Los cuatro, sin avisar, han conseguido lo que casi nadie, con responsabilidades políticas o que pertenecieran a alguna organización, televisión o periódico, había hecho: viajar a los territorios ocupados del Sahara y ser testigos de lo que allí suceda cada día. Lograron entrar en la ciudad de El Aaiún y fueron testigos de "la ocupación militar" de la "guerra encubierta" y de la "situación de genocidio" en la que se encuentra el Sahara Occidental. Llegaron en avión a El Aaiún por separado, como turistas. Ya en el aeropuerto le preguntaron quién era, qué hacía, si tenía reserva en el Parador, parecía que sospecharan de ellos, pero pasaron sin más problemas. En el hotel, en el que no había más que un cliente, fueron alojados en plantas diferentes. Desde ese momento se sintieron vigilados, un policía dentro del hotel, otro fuera. Hasta ese momento nadie estaba al corriente del viaje, ningún activista sabía que estaban allí. Decidieron hacer una visita turística y de vuelta al hotel contactaron con los saharauis. Un activista quedo en pasar a buscarlos con la excusa de haber sido contratado como guía. A cara descubierta, con descaro, la mejor forma de despistar a las fuerzas ocupantes. Les dijeron que no era el mejor momento para una visita ya que se había celebrado el primer aniversario de la muerte del primer mártir de la Intifada, Hamdi Lembarki, y había habido 80 detenciones entre los que fueron al cementerio. Al salir del hotel con el "guía" el policía que estaba fuera anoto la matricula del coche e hizo una llamada telefónica; esto sucedía cada vez que pasaban al lado de policías. Siguieron de "visita turística" y vieron con sus propios ojos que El Aaiún estaba tomado por las fuerzas de ocupación marroquíes, no había calle en la que no se encontraran policías o militares con armas de guerra. La situación reflejaba un "estado de sitio permanente". Una vez acabada la "visita" se reunieron con 15 activistas saharauis, muchos de ellos habían pasado por las cárceles marroquíes, algunas clandestinas. Las condenas iban desde el año a más de 20 de prisión. Padres asesinados y enterrados en fosas comunes, familias destrozadas, hombres y mujeres torturados, quemados, violados, todo esto tenían en común. Los saharauis les contaron que desde el inicio de la Intifada hay 30 desaparecidos, que las torturas son diarias. El día anterior habían violado a un joven con una porra y había desaparecido otra persona. Les contaron que está de moda quemarlos con gasolina, arrancarles los dientes, orinarles encima, hacer que se beban su propia orina. Les contaron que las torturas a los presos de Irak por parte de soldados americanos es el día a día de los detenidos saharauis. Les contaron que obligan a los jóvenes saharauis a coger la patera o a aguantar en el Sáhara. Decían que la costa estaba muy vigilada, pero que si eras saharaui casi hasta te regalaban la patera para que te fueras. Huir o reventar. Les contaron que las manifestaciones saharauis se inician de forma pacifica, que los incidentes los provocan policías infiltrados que dan la excusa para las cargas policiales. Les contaron que los heridos no pueden ir a los hospitales porque les inyectan drogas para hacerles firmar declaraciones inculpatorias de delitos que no han cometido y les detienen. Que las acusaciones son de delitos comunes o por vandalismo, nunca por manifestarse ni por reclamar la independencia. Les contaron que los pequeños negocios de los saharauis son asaltados por colonos marroquíes, que lo hacen delante de la policía y no pasa nada, que también asaltan y desvalijan las casas de los saharauis. Les contaron que no tienen acceso al trabajo si no es temporal, que el que quiere ser funcionario tiene que abstenerse de militancia y subyugarse al régimen marroquí. María nos habla de "situación de genocidio", de un plan diseñado por el régimen marroquí para reducir la población saharaui al mínimo, para marginar, más si cabe, a los que se quedan. En definitiva, para acabar con ellos.
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