dilluns, 27 d’octubre del 2008

Un campamento balear en el Sáhara

La visita de políticos y familias de acogida llena de esperanza a los refugiados del desierto porque saben que no están solos

ROSA FERRIOL ENVIADO ESPECIAL A TINDOUF (ARGELIA) La leche es un lujo. El agua es su bien más preciado. Harina, azúcar, legumbres y aceite son los cuatro ingredientes que componen la cesta básica. Que ésta llegue a los campamentos saharauis depende de las organizaciones internacionales como ACNUR o la Oficina de Ayuda Humanitaria de la Unión Europea, entre otras. Su subsistencia está en manos de la comunidad internacional pero en estos momentos pende de un hilo.La realidad en el Sáhara es muy dura porque viven al límite. De momento, no tienen asegurado que lleguen el 1 de noviembre a los campamentos ubicados en pleno desierto las 1.200 toneladas de alimentos para repartir entre los 125.000 refugiados que viven en peores condiciones. Es su fuente de alimentación. Ahora que rozamos finales de mes los almacenes de la Media Luna Roja Saharaui (MLRS) están vacíos. Les quedan escasas reservas de harina de soja, que utilizan como complemento nutritivo. La crisis económica mundial les azota de lleno. La ayuda internacional se ha reducido un 22 por ciento y los retrasos constantes de la llegada ahogan a los refugiados. Esta situación de penuria se transformó en crítica el pasado 12 de octubre cuando una tormenta de lluvia y viento inundó los campamentos. El más afectado fue Smara, donde 1.424 familias se quedaron sin casas. Entre la escasez de alimentos y las catástrofes de la naturaleza, la población saharaui está a punto de entrar en una crisis alimentaria, según el ministro de Cooperación, Salec Baba.Su esperanza para paliar la falta de alimentos está en las ayudas que reciben de comunidades como Balears que destina medio millón de euros anuales a proyectos para el Sáhara. Una expedición balear compuesta por políticos y familias de acogida desde el viernes conoce la realidad saharaui. La delegación de 160 baleares llega en el "momento adecuado", según el presidente de Media Luna Roja Saharaui (MLRS), Buhobeini Yahia. Los alimentos para pasar el mes de noviembre tienen muchas posibilidades de no llegar y las inundaciones del 12 de octubre empeoran aún más la situación ya que además de destrozar las viviendas, el agua se llevó los pocos alimentos que guardaban en sus despensas. Las ayudas aportadas estos días desde las islas sirven para apaciguar la penuria. Buhobeini Yahia hizo un llamamiento a los pueblos de las islas. Necesitan su intervención inmediata para afrontar esta situación de emergencia. La respuesta fue inmediata. El gerente de la agencia de cooperación del Govern, Toni Esteva, ha anunciado durante el viaje que el Ejecutivo balear "hará un sobreesfuerzo para cubrir la dejadez de las agencias internacionales". Y es que en agosto ya no llegaron los alimentos que reparten las organizaciones internacionales, pero desde las islas mandaron 90.000 euros para subsanar el problema de alimentos. La gerente del Fons Mallorquí de Solidaritat, Catalina Socias, explica que normalmente dos veces al año las islas mandan alimentos de emergencia para combatir la escasez. Agua, comida, un techo y salud son las prioridades básicas para sobrevivir en los campamentos de refugiados. Un pueblo que vive desde hace 33 años en una situación de emergencia. "Viven como si hiciera una semana o dos que escaparon de la guerra", lamenta el presidente de MLRS. En materia sanitaria ha habido grandes avances en los últimos años, sobre todo, por los esfuerzos de asociaciones mallorquinas que han contribuido a que los saharauis tengan sus propios centros de salud. Anemia y malnutrición son los principales problemas que sufren niños y mujeres. Los datos hablan por sí solos: el 66% de las mujeres embarazadas padece anemia, muchas mueren durante el parto, y las féminas de entre 15 y 45 años sufren el mismo problema. Además, el 66% de los niños menores de cinco años tienen problemas de mal nutrición, fomentada por los 33 años que llevan como refugiados en el desierto del Sáhara.La solución va llegando. Solidaridad no falta. Ayuntamientos mallorquines, el Govern y el Consell de Mallorca canalizan una aportación al Fons Mallorquí de Solidaritat para desarrollar proyectos en los campamentos saharauis. Balears invierte unos 130.000 euros anuales a iniciativas sanitarias como el programa Niño Sano, que funciona desde 2000. Dentro del programa de vacunación, este año se ha emprendido una iniciativa encaminada a combatir la mal nutrición infantil, un mal que puede llevar a la muerte de los pequeños si no se resuelve.Rosa Canyelles es una de las responsables del proyecto de nutrición. Estos días va de reunión en reunión para preparar junto a los sanitarios saharauis un plan estratégico nutricional, que estará listo en enero. A pesar de ello, el pueblo saharaui es hospitalario por naturaleza. La delegación balear les da fuerza para seguir su lucha para tener un Sáhara Libre. Su reivindicación es innata. Son muchos los jóvenes que lucen una camiseta negra con dicho lema mientras sirven el sabroso té a sus invitados. Pasar a mejor situación depende de que llegue la ansiada solución política, mientras, dependen de la ayuda exterior. Con la visita, saben que no están olvidados. La gratitud que demuestran por el apoyo moral recibido es indescriptible. Y es que "los niños saharauis son los mejores embajadores de este pueblo", sentencia la presidenta de la Asociación Amigos del Pueblo Saharaui, Ventura Vaquer. Llegan a las islas gracias a los programas Vacaciones en Paz o Escuela en Paz. Su sonrisa y alegría enamoran. "Llegan al corazón desde el primer momento", afirma Catalina Rosselló, de la asociación. Asegura que acoger un niño es una experiencia muy bonita, además la relación entre familias a pesar de la distancia se fortalece día a día. Por ello, los que se quedan en los campamentos saben que su conflicto cruza las fronteras gracias a sus pequeños. La delegación institucional formada por unas 60 personas se aloja en el campamento 27 de febrero. Miembros del Govern, Parlament, Consell y de los Ayuntamientos se han desplazado al desierto para trasladarles a sus habitantes que no están solos. Antoni Verger, director general de Movilidad, es la primera vez que visita los campamentos. "Mucha gente sabe perfectamente las necesidades que tiene un pueblo exiliado, por ello, es necesario que colaboren en proyectos que ayuden a los refugiados a subsistir", apunta. Los 21 años del programa Vacaciones en Paz han logrado estrechar los vínculos entre las islas y el desierto. "Tener un hijo en otra familia de diferente cultura refleja un nivel de solidaridad muy elevado", señala Buhobeini. Y es que tal y como resume el presidente de la Media Luna Roja Saharaui, "la relación entre el pueblo saharaui y el balear es única". Un modelo a seguir.

Fuente: www.diariodemallorca.es