divendres, 10 d’octubre del 2008

Oportunidad para el Sáhara

"Mi presencia en este foro pretende dar un toque de atención, abrir un hilo de esperanza con un llamamiento a las partes para que pongan todo su empeño en llegar a un principio de acuerdo"

Roberto Goiriz

Las Palmas de Gran Canaria

Distinguidas y excelentísimas autoridades, dirigentes y miembros de Naciones Unidas: Para mí es un honor participar en esta asamblea en calidad de observador neutral e independiente, cuya principal motivación es contribuir a la apertura de los cauces que procedan para poner fin a un contencioso que se antoja largo, fatigoso y desilusionante para el conjunto de la comunidad internacional.

Como dirigente empresarial de las Islas y abogado en ejercicio, deseo manifestar mi más profunda consideración y respeto a las negociaciones que se llevan a cabo para desbloquear los 30 años de conversaciones frustradas, encaminadas en esta ocasión (y ojalá sea así) a encontrar una solución definitiva que dé estabilidad a la zona y consolide una gran área de prosperidad, desarrollo y bienestar no sólo para todos los pueblos del África Occidental sino también para los territorios del Sur de Europa, en el que, por su ubicación geográfica especial, se encuentra el Archipiélago canario.

El Sáhara Occidental no escapa a la controvertida coyuntura internacional que sufre el planeta, muy marcada por la diferencia cada vez más abismal entre países ricos y pobres y, sobre todo, por la debacle financiera que azota a los mercados de una forma preocupante. Es esa crisis económica la que va a influir, de forma directa, en el futuro de acciones decisivas, como la lucha contra la inmigración clandestina y todas las actividades delictivas que nacen de las situaciones desfavorables que atraviesa África desde hace 200 años: hambruna, enfermedades, inestabilidad democrática, guerras..., en definitiva, el sufrimiento constante y permanente para un continente en el que viven mil millones de personas.

Mi presencia en este foro pretende dar un toque de atención, pretende abrir un hilo de esperanza con un llamamiento a las partes para que pongan todo su empeño en llegar a un principio de acuerdo, que siente las bases del respeto mutuo a la convivencia libre y que fije un camino de derechos esenciales acorde a la carta de Naciones Unidas.

Desde mi experiencia como negociador director del modelo de gestión en el que participa Canarias como socio de un Estado miembro de la Unión Europea, debo afirmar con rotundidad que la autonomía política y económica de la que disfruta Canarias es una experiencia ejemplar susceptible de extrapolarse a territorios como El Sáhara Occidental.

La oportunidad se antoja histórica, no sólo porque las partes llevan más de un año intentando aproximar posiciones, sino porque el panorama financiero y económico que se cierne sobre nuestras cabezas es tan sombrío, que obliga a acelerar el proceso negociador para alcanzar una solución de mínimos que, con el paso del tiempo, se convierta en un proyecto maduro, capaz de satisfacer la medida exacta del actual proceso negociador. No engaño a ninguno de los presentes cuando afirmo que el conflicto del Sáhara es seguido como sumo interés desde Canarias. ¿Por qué? La respuesta es muy sencilla, a pesar de su trascedencia: la repercusión para el territorio canario es singular, por su proximidad, por sus lazos emociones y comerciales y porque Canarias es, ante todo, un territorio de paz.

Cualquier solución que no implique la garantía de pacificación de la zona afecta al conjunto del área africana que mira al Atlántico y, también, a los países del sur europeo. Una amenaza terrorista, como lamentablemente ha ocurrido en Mauritania en fechas recientes, pone en jaque la hoja de ruta que Naciones Unidas ha determinado para sacar a El Sáhara Occidental de esa cuneta en la que, caprichosamente, la ha encasillado la historia.

El modelo de autonomía es una esperanza, una puerta al entendimiento, un llave de entrada a la búsqueda de un modelo de gestión de los recursos naturales, de las materias primas, de la capacidad de sus habitantes a decidir, con su esfuerzo y sus ideas, el futuro de la región. Canarias lleva 26 años de exitoso recorrido desde que creó un Parlamento autonómico. Ha dado un salto cualitativo en la reasignación de la renta a las clases medias y bajas; ha propiciado un desarrollo sanitario, educativo, cultural y social inimaginable a mediados de los setenta. Hoy, Canarias, gracias al apremio de sus dirigentes y de sus residentes, es una comunidad próspera, que confía en seguir creciendo, creando empleo y generando valor y riqueza.

En esa ilusión y consecución de objetivos, Canarias desea recuperar la enorme ligazón de un pasado reciente con El Sáhara, y para brindar por ese futuro de cooperación mutua, El Sáhara necesita dotarse de un instrumento sólido que dé frutos, que permita hablar en términos de durabilidad y, sobre todo, que genere confianza a la comunidad internacional. Y ese instrumento, hoy por hoy, se podría llamar perfectamente AUTONOMÍA.

Señores negociadores, dense una oportunidad. Canarias la aprovechó cuando incluso pudo haber renunciado, en el año 1990, a la adhesión a Europa. Yo viví de lleno la negociación, participé en cientos de mesas y reuniones, y convinimos que la unión hace la fuerza. El tiempo, el destino, el azar, la gracia..., hacen el resto, pero por el bien de los pueblos, alcancen un acuerdo y exploren en profundidad en las especiales circunstancias que sufre el planeta en materia económica y política, y den al mundo una lección de diplomacia y responsabilidad que deje huella.

Muchas gracias.

*Discurso pronunciado por Roberto Goiriz ante la ONU.

Fuente: Canaraias7.es