dilluns, 2 de juny del 2008

“Siempre víctima de los desmanes de otros”
BASTA YA

Por Huneifa ibnu Abi Rabiaa, 29/5/2008 Fuente: ARSO.org - Opinión

Desde los Campamentos de Refugiados de Dajla, Smara, Auserd o El Aaiún, o desde las ciudades ocupadas de Villa Cisneros, El Aaiún o Smara, los saharauis emprenden un largo y costoso viaje en el que empeñan no pocos recursos económicos, cuyo destino final suele ser un Registro Civil de alguna localidad española o la Oficina de Extranjería de alguna capital de provincia.

Ya sea en materia de nacionalidad o de Residencia, los movimientos migratorios saharauis no parecen atenerse a las previsiones legalmente establecidas. Desde los 250 permisos de residencia concedidos, colectivamente, en Canarias en 1995, hasta las imágenes periodísticas de las aglomeraciones de saharauis en Córdoba, pasando por los distintos episodios vividos en Barcelona, Zaragoza, Huesca, Salamanca, Valencia, Badajoz, Asturias, Ciudad Real, Jaén, etc, etc, etc, ha habido, en todos estos lugares, una interpretación, a veces, flexible, a veces, abiertamente contraria a Derecho (caso de Córdoba y de Quart de Poblet), que ha provocado un auténtico efecto llamada en la emigración saharaui.

Por si faltaba algún ingrediente, en la mayoría de estos episodios, ha habido elementos saharauis y no saharauis que se han dedicado a beneficiarse económicamente de las necesidades de los emigrantes, pidiéndoles cantidades astronómicas (de hasta tres mil euros, incluso), con tal de presentarles los papeles. Todo ello, ante el silencio de las autoridades españolas, de las autoridades saharauis (Delegaciones del F.P.) y, también, de las Asociaciones de Inmigrantes Saharauis, Oficina de Inmigrantes en Madrid, incluida.

Lo más sospechoso de todo esto, son esos accesos repentinos de amor hacia los saharauis que parecen padecer algunos funcionarios, que les empujan, incluso, a desobedecer a las leyes con tal de conceder la nacionalidad o la residencia al mayor número posible de saharauis. Esos accesos repentinos, no se sabe muy bien si obedecen a un amor que llevaba largo tiempo en hibernación o son, más bien, el producto de alguna mano invisible con intenciones políticas que tienen que ver mucho más con el interés de despoblar los Campamentos de Refugiados Saharauis.

El hecho de que los saharauis, en lugar de acudir a las administraciones correspondientes según el domicilio, tengan que recorrer España en busca del último funcionario que acaba de padecer ese acceso de amor repentino hacia los saharauis, ofreciéndoles facilidades de todo tipo para obtener sus documentos, llama poderosamente la atención. Y ciertamente desde que Marruecos empezó a rechazar la idea del referéndum, se ha instalado, en España, la moda de ofrecer facilidades a los saharauis ora en Badajoz, ora en Jaén, ora en Córdoba. Y, absolutamente todas terminan cerrando esas facilidades al cabo de un tiempo prudencial. Es, pues, esa concesión de facilidades que ni es perpetua ni tiene mayor amparo legal, la que despierta las sospechas.

En cualquier caso, las experiencias de Quart de Poblet (Valencia) y de Córdoba invitan a la Oficina de Inmigración Saharaui en Madrid, a las Delegaciones del F.P. y, también, a las Asociaciones de Inmigrantes Saharauis a tomarse más en serio la defensa de los intereses de los ciudadanos. No se tenían que haber consentido las enormes barbaridades cometidas en Quart de Poblet ni el escándalo de Córdoba. Y nuestros responsables, alguna orientación deberían dar a los emigrantes. Sino, ¿para qué están ahí?Los emigrantes saharauis, después de pagar lo que se puede y lo que no, con tal de obtener el pasaporte o el visado, tienen que pagar un poco más para obtener otras tantas certificaciones, ya sea en Argel, en Rabuni o El Aaiún ocupado. Y una vez en España, tienen que comprar el empadronamiento o la cita a fulano o mengano para presentar la solicitud. Y, si al final del recorrido, todo resulta falso como parece suceder en Córdoba y Quart de Poblet, ¿qué consuelo tiene las pobres almas que han empeñado sus ahorros en unos expedientes que ya no sirven de nada? Ciertamente podrían esmerarse un poco más los entes públicos para evitar que nuestros conciudadanos sean, siempre, las víctimas de los desmanes de otros.

Fuente: saharalibre.es